Hacienda San Lorenzo.
Fue una de las haciendas
pequeñas pero independientes, no surgió a raíz del desmembramiento de las
grandes haciendas de Aguascalientes. En 1868 pertenecía a Ma. Jesús Caraza y
contaba con 3,616 hectáreas de las cuales sólo la tercera parre estaban abiertas
a la labor.
Para 1906
había perdido el 17.6% de su territorio teniendo 2,760 hectáreas. Su
propietaria era Doña María Rangel de P. contaba con dos trojes, una sencilla y
otra de dos naves, suficientes para almacenar los granos producidos por la hacienda.
También poseía una presa que, aunque no era mayor, era suficiente para el
abrevadero del ganado y para regar los terrenos de labor.
A finales
del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX esta hacienda surtía (al igual que
Jesús María) la leña en los mesones de la cabecera del Estado, aprovechando su
cercanía con la misma.
Dando la
bienvenida a la entrada del casco de la hacienda, se encuentra un amplio portón
sostenido por dos macizos pilares de piedra. Una vez cruzándolo nos encontramos
en una amplia explanada central, a los cuatro puntos cardinales de levantan las
construcciones coloniales.
Al frente
la Casa Grande, de puertas y ventanas de madera remarcadas en cantera rosa. La
capilla dedicada al Santo Patrono San Lorenzo por el cual la hacienda lleva su
nombre, de hechura sencilla que no demerita en nada su belleza, rematando la
entrada principal una pequeña cruz labrada en cantera. Las caballerizas
destacas por sus estéticos arcos de adobe que se mantienen en pie bajo las
inclemencias climáticas y el paso de los siglos al igual que sus trojes y
bodegas.
Hacia el
norte se divisa el reflejo de los pirules en las aguas de la presa con su
exquisita cortina edificada en piedra que nos transporta al pasado cuando el
antiguo dueño daba de comer a las mulas que día a día acercaban los cargamentos
de leña a la cercana población de Aguascalientes.
Sus
actuales dueños, la familia Muñoz, están realizando una metódica y constante
restauración en los espacios de la hacienda.