Hacienda de San Antonio El Pedernal
Esta hacienda pertenece a la Ruta del Camino Real de Tierra Adentro.
Presenta características propias de la arquitectura defensiva típica,
conservando un torreón y varias mirillas de tiro.
Esta hacienda pertenece a la Ruta del Camino Real de Tierra Adentro.
Presenta características propias de la arquitectura defensiva típica,
conservando un torreón y varias mirillas de tiro.
Perteneciente al municipio de Jesús María, fue una de las más productivas
del siglo XIX, aun siendo una de las más pequeñas, pues tenía tan sólo un
territorio de ochocientas hectáreas y se destinaba al cultivo y crianza de
ganado mayor.
Tras el derrumbe económico que sufrió la hacienda de San Blas de
Pabellón, Don Carlos Barrón su propietario se vio en la necesidad de vender
algunas de las propiedades pertenecientes a la misma entre 1833 y 1835 a algunos
de sus arrendatarios o medieros que ya las venían trabajando desde tiempos
atrás, siendo el caso de Don Gabriel Díaz que en 1854 compró el rancho de labor
y agostadero conocido como Campo Santo o El Pedernal.
Hasta mediados del siglo XX perteneció a la familia Reynoso, uno de
estos familiares fue el reconocido actor Mexicano Don David Reynoso, quien pasó
parre de su vida en esta finca.
Sus actuales propietarios son la familia Delgado, quienes trabajan la
hacienda dedicados a las labores de labranza y crianza de ganado.
Tras recorrer dos kilómetros de terracería bien cuidada, nos
encontramos con el conjunto del casco de la hacienda recibiendo nuestra llegada
un par de enormes mojoneras de piedra que sostienen la nueva puerta de entrada
a la propiedad; en ellos aún se encuentran incrustados sus mecanismos de madera
que antaño sostenían el portón principal. Una pequeña explanada nos da la
bienvenida, de frente e imponente: la Casa Grande (que se eleva a más de un
metro del nivel de dicha explanada). Encalada de un blanco inmaculado, hace
resaltar los marcos de cantera de sus puertas y ventanas de hechura en madera
de recio mezquite, las cuales conservan en su totalidad las protecciones de
hierro forjado. De la misma cantera trabajada, un par de ventanas “ojo de buey”
coronan cada lado de la puerta de la troje.
A cada lado de la construcción de levantan sus guardianes protectores:
De lado derecho para resguardar de los enemigos terrenales; el majestuoso
fortín de dos plantas, que medía entre la finca principal y los gruesos arcos
de piedra que en parte lucen su revestimiento encalado, dándonos idea de lo que
antaño fueron las caballerizas o quizá las trojes cuatas. Al costado izquierdo
el guardián de las almas; su austera y hermosa capilla que en lo alto sostiene
tres arcos, en el central lo corona una añeja cruz de madera, el segundo
sostiene una campanilla que con la paciencia de los años espera ser tocada, el
tercero se encuentra vacío, esperando la llegada de una nueva inquilina que
anuncie nuevos tiempos.
En el año 2013 se sometió a diversos trabajos de restauración
realizados por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH). Esta hacienda recuperó su funcionalidad y belleza arquitectónica, se
hizo limpieza de escombros, cambio de aplanados, rehabilitación de pisos,
restitución de piezas de cantera en interiores y fachadas, mantenimiento a
construcciones de madera y a la herrería de puertas y ventanas.